5 de agosto de 2022 -- Viernes de la 18ª semana "B

Nahum 2:1...7; Mt 16:24-28

Homilía          

           Todas las llamadas del Nuevo Testamento son llamadas individuales y personales.  Jesús no hace llamadas generales a cualquiera que quiera ser su discípulo.  Siempre es un "¡Ven, sígueme!" dirigido a una persona concreta.  Sin embargo, aquí, inmediatamente después del primer anuncio de su pasión, Jesús enumera algunas de las condiciones que deben cumplir todos aquellos que son llamados y que desean responder a esta llamada.

           Es importante saber que entre los que acompañaban a Jesús en su ministerio había varias categorías de personas.  En primer lugar, estaban las multitudes, que probablemente eran en gran parte curiosos, pero también sinceros pero superficiales, y un gran número de personas que eran sinceras y abiertas a su mensaje.  Junto a estas multitudes estaban los discípulos, aquellos a los que había llamado para "caminar detrás de él", para acompañarle en todas sus misiones. Entre ellos estaban los doce Apóstoles.  Y también había amigos íntimos, que no pertenecían a ninguno de estos grupos, pero a los que a Jesús le gustaba retirarse en sus viajes, como Marta, María y Lázaro.

           Aquí Jesús se dirige a los propios discípulos, es decir, a aquellos a los que había llamado a seguirle y que querían responder a esa llamada.  Les recuerda que deben seguirle hasta el final; deben aceptar llevar su cruz y, por tanto, ser finalmente crucificados.  Pero aunque los llama, Jesús los deja libres.  "Si alguien está dispuesto..."  Este "si" es muy importante.  Expresa el respeto de Dios por la libertad humana.

           Encontramos un eco de esta actitud de Cristo en la Regla de San Benito, donde éste pide que, después de leer la Regla tres veces al novicio, le diga cada vez: "Aquí está la Regla... si puedes seguirla... entra... si no, eres libre de salir".

           Si Jesús respeta la libertad humana, no obstante se empeña en instruir a sus discípulos en las exigencias intrínsecas a esta libertad.  Se puede renunciar a ser discípulo para ganar el universo... Pero ¿de qué sirve ganar el universo si se pierde el alma?

           Jesús nos confronta constantemente con opciones.  Siempre nos da plena libertad, pero también nos hace conscientes de las consecuencias concretas de cada una de nuestras elecciones.

Armand Veilleux