4 de mayo de 2021 - Martes de la 5ª semana de Pascua
Hechos 14:19-28; Juan 14:27-31a
Homilía
La primera lectura nos habla de un periodo especialmente agitado en el ministerio apostólico de Pablo y Bernabé. Nada los desanimó, ni siquiera cuando fueron objeto de violencia y Pablo fue apedreado y dado por muerto. Si esa violencia se dirige contra ellos, es precisamente porque no sólo se niegan a usar la violencia ellos mismos, sino que predican la Buena Nueva a todos, sin excepción, reconociendo así la misma dignidad y vocación de toda persona como hijo de Dios, más allá de toda diferencia.
Como sabemos, todas las guerras, conflictos y tensiones entre personas provienen de la negativa a aceptar al otro en su diferencia, y del deseo de negarle sus derechos, incluido el derecho a la vida, por ser diferente.
Jesús dice a sus discípulos, durante la última comida que tiene con ellos, que quiere dejarles paz, pero no cualquier paz. "La paz os la dejo; es mi paz la que os doy; no os la doy como la da el mundo". Todos sabemos cómo los esfuerzos políticos para lograr la paz entre facciones rivales casi nunca tienen éxito, ya que lo que se busca la mayoría de las veces en estas negociaciones no es la paz, sino una mera ausencia de lucha, y una ausencia de lucha que todos quieren que les sea favorable.
La paz que Jesús nos prometió es la que está arraigada en el respeto y el amor mutuos: "Amaos los unos a los otros, para que el mundo crea que yo os he enviado. Muchas de las comunidades monásticas de nuestra Orden viven en regiones marcadas por los conflictos generados por la explotación de unos y otros. Estas comunidades monásticas cristianas, por su propia forma de vida y la calidad de sus relaciones fraternas, dan un ejemplo y un modelo de paz, no una simple ausencia de conflictos, sino una paz que el mundo no puede dar. Esta paz requiere un gran esfuerzo y buena voluntad por parte de todos y cada uno de nosotros, pero al final sólo puede ser un don gratuito de Dios, que todos debemos pedir constantemente al Príncipe de la Paz. Recemos por estas comunidades.
Armand Veilleux