14 de mayo de 2021 - Fiesta de San Matías
Hechos 1:15-26; Juan 15:9-17
Homilía
Poco sabemos de San Matías, aparte de lo que se nos cuenta en el breve relato de los Hechos que describe su elección. Y el elemento esencial de este relato es el discurso de Pedro, que nos revela muchos detalles importantes sobre la Iglesia primitiva, y sobre el significado de la Evangelización. Vemos que esta Evangelización consiste esencialmente en ser "testigos de la Resurrección". Ahora bien, como sabemos, no hubo "testigos" del momento preciso de la salida de Jesús del sepulcro. Ser "testigos de la resurrección" para Pedro es haber formado parte de la comunidad de los que siguieron a Jesús "todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, empezando por el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue arrebatado".
Esta es la comunidad cristiana primitiva, la comunidad "apostólica" y, en rigor, la primera comunidad "monástica", es decir, la que se reunió en torno a Jesús desde el momento en que, siendo bautizado por Juan, asumió todo el movimiento ascético representado por él. Los Apóstoles no son simples oyentes que han escuchado ciertas palabras y que las relatan, que han visto ciertas cosas y que las relatan. Son personas que han vivido con Jesús, que han permanecido con él. La resurrección de la que quieren ser testigos no es un hecho puntual que ocurrió en la mañana de Pascua. Es el hecho de que Jesús es siempre el mismo, el Viviente, desde el comienzo de su vida terrenal hasta su Ascensión, tanto después como antes de su pasión y muerte. Ellos pueden dar testimonio de esto, porque vivieron todos estos eventos con él.
Vivir algo con alguien implica un elemento de duración, de estabilidad, que es, como sabemos, un elemento tan importante de la vida monástica según la Regla de San Benito. Jesús retoma este elemento con especial insistencia en sus conversaciones con sus discípulos en la Última Cena, un hermoso pasaje que acabamos de leer. El verbo "permanecer" vuelve como una especie de estribillo. "Permaneced en mi amor -les dice-, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les dice estas cosas para que su alegría permanezca en ellos y sea plena. Finalmente, los establece para que den fruto y su fruto permanezca.
Sabemos que San Benito, en su capítulo sobre la recepción de los hermanos, prevé que durante el año de discernimiento se lea al candidato tres veces el texto de la Regla en su totalidad, para que pueda estar seguro de que esto es realmente lo que quiere vivir, y si puede vivirlo. En cada ocasión, se pide al candidato que prometa su estabilidad en la comunidad. ¿Es realmente donde quiere hacer su morada?
Si estamos todos reunidos en esta Eucaristía, es porque todos somos testigos de la Resurrección. Desde nuestro bautismo -así que desde nuestra infancia, para la mayoría de nosotros- vivimos con el Viviente que habita en nosotros y en medio de nosotros. Vivimos en su Palabra, que se dirige a nosotros cada día, y esta Palabra permanece en nosotros. Jesús, con quien compartimos la Vida, nos llama sus amigos. La comunidad de creyentes que constituimos nos hace a todos amigos, en el sentido más profundo y hermoso de la palabra.
Queridos amigos, demos las gracias a San Matías y a los demás Apóstoles por ser testigos fieles de la resurrección, y hagamos nosotros lo mismo. Entonces la alegría de Jesús permanecerá en nosotros y será plena.
Armand Veilleux