22 de mayo de 2021, Sábado de la 7ª semana de Pascua
Hechos 28, 16-20.30-31; Juan 21, 20-25
Homilía
Con la solemnidad de Pentecostés, que celebraremos mañana, el tiempo litúrgico de Pascua llegará a su fin. En las Eucaristías festivas de las últimas siete semanas, la primera lectura, generalmente del Libro de los Hechos, nos ha introducido en el testimonio de los primeros mártires de la Fe y en la vida de la primera comunidad cristiana en Jerusalén, y luego en la predicación a las naciones más allá del mundo judío, y especialmente en el ministerio de Pablo. La lectura del Evangelio nos ha hablado de las apariciones de Jesús a sus discípulos durante este período y, desde el comienzo de esta última semana, nos ha llevado a leer los capítulos del Evangelio de Juan que nos relatan las palabras de Jesús a sus discípulos durante su última cena con ellos y su larga oración a su Padre durante esa misma cena. Por tanto, era natural que en este último día del Tiempo Pascual, antes de Pentecostés, leyéramos los últimos versos de los Hechos de los Apóstoles y los últimos versos del Evangelio de Juan.
A partir del lunes, volveremos al "Tiempo Ordinario" en nuestro calendario litúrgico. Hay mucho que decir sobre la belleza del Tiempo Ordinario. De momento, seamos conscientes de que con la conclusión de la cincuentena pascual se pasa una página. Comienza un nuevo tiempo litúrgico que debe manifestarse como una nueva estación en nuestra vida espiritual.
En nuestra vida humana es importante vivir en nuestro presente, que es nuestro punto de contacto con el eterno presente de Dios. A menudo existe la tentación de vivir en la nostalgia del pasado (los "buenos tiempos") o en los sueños de un tiempo maravilloso por venir. Es importante aprender a pasar la página en el momento adecuado: saber cuándo cerrar un capítulo del libro de nuestra vida, para pasar la página y empezar un nuevo capítulo con toda nuestra energía. Esta es otra forma de describir la llamada constante a la conversión.
Los acontecimientos que estamos viviendo nos recuerdan colectivamente esta exigencia. Durante más de un año hemos estado viviendo en diversas formas de confinamiento. Todavía anhelamos un período gradual de desconfinamiento. Si todo va bien, esperamos volver a una situación "normal", pero será una nueva normalidad, no como la anterior. Será un nuevo capítulo en la historia de la humanidad y en nuestras vidas.
Es importante ver que en todo esto hay una llamada para que cada uno de nosotros renazca, se convierta a una vida más plena y unificada. Pidamos al Espíritu Santo, cuya luz imploraremos especialmente en la liturgia de mañana, que nos indique las "conversiones" a las que estamos llamados, colectiva e individualmente.
Sepamos cómo pasar la página, y que el texto de la nueva página sea de gran belleza.