25 de mayo de 2021 - Martes de la 8ª semana (año impar)

Si 35:1-12; Marcos 10:28-31

HOMILÍA

          Este Evangelio es una continuación del que hubiéramos tenido anoche, si hubiéramos celebrado la misa de la feria (y no la de María, Madre de la Iglesia). Ese Evangelio de ayer, para la feria, era el relato del encuentro de Jesús con el joven rico, que quería saber qué podía hacer para heredar la vida eterna, y al que Jesús había dicho: "Vete, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres; entonces tendrás un tesoro en el cielo. Entonces ven, sígueme. "

            Para comprender todo el significado de este "ven, sígueme", hay que recordar que en este mismo momento del Evangelio de Marcos, Jesús está encontrando cada vez más incredulidad y oposición por parte de los Judíos y que se dirige a Jerusalén donde será condenado a muerte, como ya ha anunciado en más de una ocasión.  Por eso, cuando Jesús, de camino a Jerusalén, dice a su aspirante a discípulo: "Ven y sígueme", le invita a compartir este misterio pascual.  Pero esto presupone la renuncia a todos los apegos y deseos.  Ya lo había mencionado a los demás discípulos: nada de oro, plata o cobre en vuestros cinturones, ni bolsa para el día, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón.

          Después de que el joven se marchara triste, Jesús explicó a sus discípulos lo difícil que es para los que tienen riquezas entrar en el reino de Dios. Y entonces Pedro, siempre seguro de sí mismo, le comenta a Jesús: "He aquí que lo hemos dejado todo para seguirte. Llama la atención que en Marcos, al igual que en Lucas, Pedro no hace ninguna pregunta. No pregunta "cuál será nuestra porción" como en Mateo.  Simplemente le recuerda a Jesús que lo han dejado todo para seguirle. 

          Recordemos que el joven rico estaba preocupado por lo que debía hacer para tener la vida eterna.  En su respuesta a Pedro, Jesús distingue entre el tiempo aquí en la tierra y la vida eterna. En primer lugar, afirma que los que lo han dejado todo por su causa y por la del Evangelio recibirán aquí abajo dos cosas: primero, el céntuplo de lo que han dejado, pero de otra manera y también, persecuciones, ya que no son mayores que su señor, que pronto será víctima de los que lo quieren muerto. Y luego añade, que después de todo esto tendrán la vida eterna, es decir, la plenitud de la vida que no termina. Para aquellos que viven según la Regla de San Benito, puede ser bueno recordar que, en su Prólogo, Benito dice que está escribiendo esta Regla para aquellos que "desean la vida y ver días felices" - tanto la dimensión del aquí y ahora como la del más allá están presentes.

          Uno puede preguntarse por qué la pequeña frase "muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros" fue colocada aquí por el evangelista Marcos.  Probablemente sea para recordarnos que no debemos hacernos ilusiones sobre la importancia de lo que hemos dejado, o de lo que creemos que hemos dejado.  Al final, no hay recompensa por lo que hacemos. Todo es gracia.

Armand Veilleux