28 de diciembre de 2021 - Fiesta de los Santos Inocentes

1 Juan 1:5 - 2:2; Mateo 2:13-18

H o m e l i a

           El Evangelio de Mateo, del que se ha tomado el relato evangélico de la misa de hoy, comienza con las palabras: "Genealogía de Jesus, Mesías, Hijo de David".  En el texto griego original, la palabra traducida como "genealogía" en nuestras Biblias españolas es « genesis » (« Biblios genesis Jesou Christou »). Mateo quiere subrayar el hecho de que el nacimiento de Jesús es una nueva génesis, un nuevo comienzo, para toda la humanidad.   

 

           El libro del Génesis comienza con una descripción de la creación del mundo.  En el principio, en el caos inicial, todo eran tinieblas, y la labor del primer día de la creación fue que el Creador separara la luz de las tinieblas.  Dios creó la luz y vio que la luz era buena.

           El evangelista Juan también ve el nacimiento de Jesús como una nueva génesis, por lo que no es de extrañar que todo su Evangelio se estructure como una lucha continua entre el reino de las tinieblas y el reino de la luz, con la victoria final de la luz de Cristo resucitado. 

           Este mismo tema de la luz y las tinieblas se repite al principio de la Primera Carta de Juan, que acabamos de escuchar (primera lectura): "Dios es luz, y en él no hay rastro de tinieblas".  Y toda la enseñanza moral de Juan se resume en una sola frase: caminad en la luz y no en las tinieblas.  Para Juan, 'caminar en la luz' y 'tener comunión con Dios' son una y la misma cosa; por lo tanto, quien dice tener comunión con Dios y camina en la oscuridad es un mentiroso, como el príncipe de las tinieblas.  Además, en un maravilloso atajo, Juan identifica la comunión con Dios con la comunión con los demás: "Si caminamos en la luz como (Dios) mismo está en la luz, tenemos comunión unos con otros".

           El relato evangélico de Mateo que acabamos de leer nos muestra que Jesús se encontró, desde su nacimiento, en medio de la lucha entre el mundo de las tinieblas y el mundo de la luz: siendo todavía un niño pequeño, experimentó en su carne las dificultades y pruebas de los pobres y oprimidos, con los que se identificaría a lo largo de su vida.  Cuántas familias hoy, como a lo largo de los siglos, están dislocadas por la guerra, el desplazamiento forzado de poblaciones, el exilio.  Además, la mayoría de los personajes que aparecen en este segundo capítulo del Evangelio de Mateo son figuras emblemáticas más que históricas.  Los "Reyes Magos" representan una humanidad inquieta en busca de la salvación, capaz de reconocer a Dios en la historia y dispuesta a dejar su seguridad y salir al encuentro de Dios.  Herodes y su hijo Arquelao representan el poder explotador y opresor, celoso de su hegemonía y temeroso de perderla, dispuesto a utilizar cualquier crueldad para defender sus privilegios. En cuanto a los niños de Belén, representan a todos los que, a lo largo de los tiempos hasta hoy, han sido víctimas del poder de las tinieblas, porque pertenecen al reino de la luz, hayan conocido a Cristo personalmente o no. 

           Aunque caminemos en la luz, esto no significa que seamos necesariamente puros como los ángeles.  Por el contrario, el que se cree sin pecado se miente a sí mismo y, por tanto, camina en las tinieblas.  Pero si reconocemos que somos pecadores, tenemos, dice San Juan, un abogado ante el Padre.  Es de este defensor, cuyo nacimiento celebramos en estos días y que murió para obtener para nosotros el perdón de nuestros pecados. De él nos acordaremos al continuar nuestra celebración eucarística.