Después de la Epifanía - Viernes - 7 de enero de 2022

1 Juan 5,5-13; Lucas 5, 12-16

Homilía

          "Jesús extendió la mano, lo tocó y dijo: ...¡Cúrate! Y la lepra le abandonó al instante".  Este es uno de los primeros actos de curación realizados por Jesús.  Llamamos a esas curaciones "milagros".  La Biblia los llama más bien "maravillas". 

 

          ¿Qué es un milagro? -- Para nosotros un milagro es algo que está más allá de las leyes de la naturaleza.  Hemos identificado lo que consideramos un cierto número de lo que llamamos "leyes de la naturaleza", y llamamos "milagro" a todo lo que está en contra o más allá de estas leyes de la naturaleza o no puede ser explicado por ellas. 

          Para la gente de la Biblia no había milagros, porque no había leyes de la naturaleza.  Creían que toda la creación estaba sometida a una sola ley, que era la voluntad libre e imprevisible de Dios.  Todo lo bueno que ocurría se consideraba un signo del amor y la misericordia de Dios; y cuando ocurría algo extraordinariamente bueno, hablaban de un "prodigio de Dios", una manifestación maravillosa de su amor por nosotros.

          Cuando Jesús hace lo prefigurado en el evangelio de ayer, cuando hace caminar al cojo, ver al ciego, oír al sordo, no quiere mostrarse como hacedor de milagros; simplemente quiere mostrar el amor del Padre por todos sus hijos.

          Jesús puede mostrar ese amor del Padre, porque está totalmente en comunión con Él.   Lucas, en el evangelio de hoy, fiel a su propia orientación, vuelve a mencionar, justo después de este acto maravilloso de Jesús "... siempre se iba a algún lugar donde pudiera estar solo y orar".

          Las multitudes, dice Lucas, se reúnen para escucharle y para que se les cure la enfermedad.  Sin embargo, sabemos que las mismas multitudes lo abandonarán poco a poco y, al final, gritarán "crucifícalo".  Recemos para que nuestra propia fe y confianza en él sean firmes y puedan sobrevivir a todas las tormentas de nuestra existencia