02 de abril  de 2022 : Sábado de la 4ª semana de Cuaresma

Jer 11:18-20; Juan. 7:40-53

Homilía

San Juan tiene el don de terminar una historia con una frase muy corta que parece intrascendente pero que está cargada de un profundo significado simbólico.  He aquí algunos ejemplos.  Al principio del Evangelio, cuando relata el primer encuentro de los discípulos con Jesús, concluye diciendo: "Eran las cuatro de la tarde".  Del mismo modo, en el relato de la Última Cena, después de la salida de Judá, Juan concluye con: "Era de noche".  Asimismo, en el texto que acabamos de leer, tras la descripción de la multitud y la discusión de los fariseos con Jesús, dice: "Cada uno se fue a su casa".

Esto nos recuerda que sólo Jesús puede ser la base de nuestra comunión y unidad.  Sólo estamos verdaderamente unidos cuando lo estamos en su nombre.  Cuando la gente rechaza el mensaje de amor de Jesús, cuando no acepta su llamada a la conversión, entonces se dividen entre ellos y se van "a casa", ocupándose de sus propios asuntos, preparándose para una mayor confrontación y división.

La multitud está dividida: algunos prestan atención a las palabras de Jesús y dicen que debe ser un profeta, incluso "el" profeta.  Otros, que dicen conocer las Escrituras, dicen que el Mesías no puede venir de Galilea.  En cuanto a los soldados enviados a arrestarlo, son gente sencilla que sólo puede reconocer que "nadie ha hablado así antes" y regresar sin arrestarlo.

En cuanto a los sumos sacerdotes y fariseos, no están divididos.  Todos están en contra de él... excepto uno, Nicodemo.  Este Nicodemo es un personaje interesante que encontramos tres veces en el Evangelio.  Es un hombre muy honesto, que busca la verdad y se preocupa por la justicia.  Es uno de los ancianos del pueblo y no está llamado a seguir a Jesús, como el publicano Mateo.  Pero permanece sinceramente atento a Él y a su mensaje.

Desde el principio de la predicación de Jesús, vino a visitarlo durante la noche.  Jesús lo tomó en serio y le dio una enseñanza muy profunda sobre la necesidad de nacer de nuevo.  Hoy, cuando todos los demás sacerdotes y fariseos quieren condenar a Jesús, Nicodemo tiene la valentía de sus convicciones y nos recuerda que la ley no nos permite condenar a alguien antes de haberlo escuchado y de conocer los hechos, un principio básico de la justicia natural que vale la pena recordar en nuestro tiempo, cuando el asesinato de "sospechosos" de terrorismo sin ningún juicio parece estar convirtiéndose en una práctica aceptada en todo el mundo.  Encontraremos al mismo Nicodemo en la tumba en el momento del entierro de Jesús.

Cuando los fariseos que se oponen a Jesús se van cada uno a su casa, Nicodemo sale de la suya para conocer mejor a Jesús, para pedir que se le trate como es debido y para mostrar respeto por su cuerpo después de su muerte.  Que todos tengamos la misma fe y el mismo valor de nuestras convicciones en todas las circunstancias.

Armand Veilleux