4 de junio de 2022, sábado de la 7ª semana de Pascua

Hechos 28, 16-20.30-31; Juan 21, 20-25

Homilía

Con la solemnidad de Pentecostés, que celebraremos mañana, el tiempo litúrgico de Pascua llegará a su fin. En las Eucaristías festivas de las últimas siete semanas, la primera lectura, generalmente del Libro de los Hechos, nos ha introducido en el testimonio de los primeros mártires de la Fe y en la vida de la primera comunidad cristiana en Jerusalén, y luego en la predicación a las Naciones más allá del mundo judío, y especialmente en el ministerio de Pablo.  La lectura del Evangelio nos ha hablado de las apariciones de Jesús a sus discípulos durante este periodo; y, desde el comienzo de esta última semana, hemos estado leyendo los capítulos del Evangelio de Juan que relatan las palabras de Jesús a sus discípulos durante la última cena que tuvo con ellos y su larga oración a su Padre durante esa misma cena.  Así que era conveniente que en este último día del Tiempo Pascual antes de Pentecostés, leyéramos los últimos versos de los Hechos de los Apóstoles y los últimos versos del Evangelio de Juan.

A partir del lunes, volveremos al "Tiempo Ordinario" en nuestro calendario litúrgico. Hay mucho que decir sobre la belleza del Tiempo Ordinario.  Por el momento, seamos conscientes de que con la conclusión de la cincuentena pascual se pasa una página. Comienza un nuevo tiempo litúrgico que debe manifestarse como una nueva estación en nuestra vida espiritual.

En nuestra vida humana es importante vivir en nuestro presente, que es nuestro punto de contacto con el presente eterno de Dios.  A menudo existe la tentación de vivir en la nostalgia del pasado (los "buenos tiempos") o en los sueños de un tiempo maravilloso por venir.  Es importante aprender a pasar la página en el momento adecuado: saber cuándo cerrar un capítulo del libro de nuestra vida, para pasar la página y empezar un nuevo capítulo con toda nuestra energía. Esta es otra forma de describir la llamada constante a la conversión.

Los acontecimientos que hemos vivido colectivamente en los últimos años nos recuerdan esta exigencia.  Hemos pasado por periodos de contención a periodos de descontención; y hemos experimentado varias oleadas de la pandemia. Si todo va bien, esperamos volver pronto a una situación "normal", pero será una nueva normalidad, no como la anterior. Será un nuevo capítulo en la humanidad y en nuestras vidas. 

Es importante ver que en todo esto hay una llamada para que cada uno de nosotros renazca, se convierta a una vida más plena y unificada. Recemos al Espíritu Santo, cuya luz imploraremos especialmente en la liturgia de mañana, para que nos indique las "conversiones" a las que estamos llamados, colectiva e individualmente.  

Pasemos la página y que el texto de la nueva página sea de gran belleza.