4 de julio de 2022 - Lunes de la 14ª semana (año par)

Oseas 2:16...22; Mateo 9:18-26

Homilía

            El relato evangélico que tenemos hoy en la versión de Mateo es el mismo que tuvimos en la de Marcos hace ocho días, en el 13º domingo ordinario. Vimos entonces cómo las dos historias de curación de este relato transmiten un mensaje sobre la vida y su restauración. Se trata de la vida física, que la mujer está llamada a dar.  A las dos mujeres de este evangelio se les devuelve la capacidad de dar vida.

            La primera lectura, del profeta Oseas, también habla de la vida, pero de forma mucho más poética.  Oseas describe la relación de Dios con su pueblo utilizando la imagen del amor indefectible de un marido por su esposa, aunque ella le haya engañado y se haya ido a los ídolos, los baales.  Quiere llevarla al desierto y hablarle al corazón. Es una historia llena de ternura, muy en la línea del Cantar de los Cantares. Por lo tanto, era muy normal tener, como estribillo salmódico, después de esta lectura, el verso del Salmo 144: "El Señor es tierno y misericordioso".

            Para el profeta Oseas, como para el Papa Francisco, que utiliza a menudo la palabra "ternura", esto no tiene ningún carácter de debilidad. Por el contrario, tiene un poder transformador.  Es porque ama a su pueblo con ternura que Dios puede transformarlo, convertirlo.  Al establecer una alianza inquebrantable con su pueblo, hace que éste sea capaz de amarlo durante días y días, como una esposa fiel. Este vínculo entre Dios y su pueblo estará entonces marcado no sólo por la duración, sino también por la justicia y la rectitud, por la fidelidad y la lealtad. 

            Quien recibe este don está capacitado para "conocer al Señor". Este conocimiento es una forma de amor al Señor.

            Durante esta Eucaristía, abrámonos a este don de la conversión, que nos transformará y nos hará conocer de forma cada vez más existencial la ternura de nuestro Dios.

Armand Veilleux