8 de julio de 2022 - viernes de la 14ª semana - año par
Homilía
La primera lectura de hoy continúa el hermoso texto de ayer del profeta Oseas, que llama a la conversión. Nos llama a volver al Señor hablándole. La fórmula es tan bella como sorprendente: "Llévate las palabras y vuelve al Señor". A veces nos preguntamos si es realmente necesario utilizar palabras en nuestra oración, ya que Dios sabe de antemano todo lo que le vamos a decir. Sin embargo, el profeta nos dice: "Lleva las palabras contigo...". Dios quiere encontrarse con nosotros en nuestro propio terreno, conversar con nosotros en lenguaje humano. En el Antiguo Testamento, podemos decir que esto era antropomorfismo. Pero en el Nuevo Testamento, Dios se hizo uno de nosotros y nos habló en nuestro propio idioma. La Palabra de Dios se convirtió en discurso humano. Así que podemos -y debemos- hablar con El. En realidad, no es Él quien lo necesita. Somos nosotros.
La última frase de la lectura de Oseas sirve de enlace con el Evangelio. Oseas dice: "Sí, los caminos de Yahveh son rectos, y los justos caminarán por ellos, pero los rebeldes tropezarán"; y en el Evangelio, cuando Jesús envía a sus discípulos a su misión, les advierte que será un camino difícil y peligroso. Tendrán que ser cautelosos como serpientes y cándidos como palomas. No deben buscar los peligros, sino evitarlos. Buscar el martirio nunca ha sido una actitud cristiana. La verdadera actitud cristiana es ser fiel al camino del Evangelio, sea cual sea el peligro, estando dispuesto a aceptar todas las consecuencias, el martirio si es necesario.
Nuestra época, como todas las anteriores, es rica en martirios. Son muchos los que están dispuestos a dar su vida para predicar y defender los valores del Evangelio. Pero las circunstancias han cambiado. El Evangelio de mañana nos dará la oportunidad de volver a hablar de esto.
Armand Veilleux