30 de septiembre de 2023 - Sábado de la 25ª semana del Tiempo Ordinario
Zac 2, 5-9.14-15a; Lc 9, 43b-45
(memoria de San Jerónimo, sacerdote y Doctor de la Iglesia)
Homilía
Continuamos la lectura del capítulo 9 del Evangelio de Lucas, que comenzamos hace unos días.
A la profesión de fe de Pedro en Cesarea siguió el primer anuncio de Jesús sobre su Pasión. El Hijo del Hombre -dijo- tiene que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día". Unos ocho días después, Jesús llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan a la montaña, donde se transfiguró ante ellos. Después de esto, hizo el segundo anuncio de la Pasión -que es el breve texto que acabamos de leer- y luego vino la larga ascensión a Jerusalén, durante la cual Lucas fijó varias de las llamadas más radicales de Jesús a seguirle, en particular la llamada al joven rico para que desechara todas sus posesiones y le siguiera.
El contexto inmediato de estas llamadas, en el marco de la subida de Jesús a Jerusalén, donde será crucificado, muestra claramente que la ascesis cristiana toma su sentido de la participación en el misterio pascual de Cristo. También encontramos aquí el sentido de la misión de la Iglesia. Estos acontecimientos tienen lugar justo después del primer envío de los doce en misión y de su regreso; y a estos mismos acontecimientos seguirá inmediatamente el envío de los setenta y dos en misión.
Y la primera lectura, del profeta Zacarías, arroja luz adicional sobre esta economía de salvación. En ella leemos la promesa de Dios de hacer de Jerusalén su morada: "Canta y alégrate, hija de Sión; he aquí que vengo y habitaré entre vosotros, dice el Señor. En aquel día, muchas naciones se aferrarán al Señor; serán mi pueblo, y yo habitaré en medio de vosotros".
Esta promesa se cumple de modo especial cada vez que celebramos la Eucaristía en la Iglesia, memoria del Señor.
Continuemos esta celebración en acción de gracias.
Armand Veilleux