21 de enero de 2024 - III domingo ordinario "B"

Jonás 3, 1...10; 1 Cor 7, 29-31; Mc 1, 14-20

Homilía

          En la primera frase de este relato evangélico, el evangelista Marcos indica en pocas palabras el paso del Antiguo Testamento al Nuevo. En una sola frase, se podría decir que, en el mismo aliento, menciona el arresto de Juan Bautista en Judea y la partida de Jesús hacia su Galilea natal para proclamar la Buena Noticia de Dios. El final de la actividad de Juan marca el comienzo de la de Jesús. Afirma dos cosas: 1) los tiempos antiguos se han cumplido y 2) ha llegado el Reino de Dios. Llama a la gente a convertirse y a creer en la Buena Noticia.

          Marcos sitúa aquí la llamada de los cuatro primeros discípulos. Eran dos grupos de dos hermanos. Todos los detalles de este relato tan bien construido son importantes. Cada uno de estos detalles conlleva un mensaje. En primer lugar, Jesús abandona Judea y su proximidad al centro religioso y político de Jerusalén para regresar a la lejana Galilea. El lago de Galilea sirve de frontera entre la tierra de Israel y las naciones paganas situadas más al norte. Es más, aunque nuestra  traducción habla del lago de Galilea, Marcos utiliza la palabra griega para mar, aludiendo al Éxodo y al cruce del Mar Rojo. Y la doble mención de la expresión "su hermano" es una alusión al texto de Ezequiel 47:13ss, donde esta palabra se utiliza para subrayar la igualdad entre hermanos en el reparto de la tierra prometida. Todos serán iguales en su misión.

          Cada uno de los dos grupos de hermanos representa un sector diferente de la sociedad galilea, en la confluencia de los mundos judío y gentil. Los dos primeros, Simón y Andrés, tienen nombres griegos; los otros dos, Santiago y Juan, tienen nombres hebreos. Los dos primeros son pescadores humildes, cuyo padre o familia no se mencionan, que están allí echando la red y que probablemente no tienen barca propia. Los otros dos tienen barca y trabajadores, y se menciona el nombre de su padre, que trabaja con ellos. No están trabajando, pescando, como los otros dos, sino simplemente preparando sus redes. Ante la invitación de Jesús, los dos primeros abandonan su actividad y los dos últimos se desprenden de la tradición judía (representada por su padre) y de su rango social de terratenientes.

          Jesús no les enseña una doctrina, ni les presenta un programa de acción. Simplemente les invita a "venir en pos de él", como él mismo había venido en pos de Juan, es decir, a convertirse en sus discípulos. Lo abandonan todo y le siguen. Jesús promete a estos pescadores convertirse en pescadores de hombres.

          Toda esta escena describe el reino de Dios que, según Jesús, ha llegado. Este reino no está ni arriba en el cielo ni aquí abajo en la tierra; ni en el futuro ni en el presente. Consiste en comunidad. Jesús no predica un método de perfeccionamiento individual, como hacen todas las tradiciones religiosas. Busca un grupo de personas que acepten lo que predica, que le sigan, que vivan con él y que, habiéndole conocido, llamen a otros a unirse a este círculo de hermanos y amigos. La Iglesia es esta reunión de todos los que aceptan seguir a Jesús y vivir según la Buena Noticia que ha anunciado.

          Dentro de unos días, celebraremos la fiesta de la Conversión de San Pablo. Será el recuerdo de otra llamada hecha por Jesús a alguien cuya vida entera fue transformada por este encuentro. Preguntémonos, cada uno de nosotros, cuándo tuvimos ese encuentro. Tiene que haber sido algo distinto a pertenecer sociológicamente a una sociedad que en aquel momento era cristiana. Se trata más bien del momento, quizá durante nuestra infancia, de nuevo en la edad adulta temprana o un poco más tarde, en que escuchamos en nuestro corazón una llamada personal a ser discípulos de Cristo, y a ser nosotros mismos pescadores de hombres, proclamando la Buena Nueva a través de nuestras vidas.

          En una época en la que todos los días nos bombardean con malas noticias a través de todos los medios de comunicación, es importante que todos oigamos esta verdadera Buena Noticia, que trasciende no sólo las malas noticias, sino también todas las demás buenas noticias.

         

Armand VEILLEUX