6 de febrero de 2024 – martes de la 5ª semana del Tiempo Ordinario

1 R 8, 1…13; Mc 7:1-13

Homilía

          Jesús, en el Evangelio de hoy, recuerda, tanto a la multitud que se acerca a Él como a los fariseos y escribas, que la pureza que cuenta ante Dios no es la "pureza ritual" de la que se ocupaban las antiguas religiones, incluida la de Israel, y que trataban de conseguir mediante rituales y prácticas cultuales, sino la pureza del corazón.

          Hay una dimensión espiritual en el ser humano que no se puede ignorar. Una cierta forma de religiosidad ligada a un periodo agrario de la civilización -y que se había perpetuado durante varios milenios- fue de alguna manera barrida por el desarrollo de las revoluciones industrial y tecnológica y luego por la llegada de la era de la comunicación y la información. En lugar de lamentarnos por el declive de una forma de "práctica" religiosa, podemos ver esto como un desafío, un desafío para permitir que la novedad del Evangelio se desarrolle más plenamente en nuestros días, que la dimensión espiritual del ser humano se exprese cada vez más plenamente en la autenticidad de la vida cotidiana, especialmente a través de las obras de justicia y del compartir, más que a través de rituales vinculados a otra etapa cultural de la humanidad.

          Ya Jesús había explicado que la pureza de corazón que se manifiesta en todas las facetas de la existencia cotidiana debe sustituir a la pureza ritual de las religiones primitivas, que implicaba una distinción entre lo profano y lo sagrado, y una distinción entre personas puras y... otras. Esta distinción entre lo sagrado y lo profano fue lo que permitió a Israel considerarse superior a todos los demás pueblos. En el Evangelio de hoy se acusa a los seguidores de Jesús de no respetar esta separación entre lo puro y lo impuro. Jesús nos llama a superar esta forma de religiosidad.

          Dejemos que la palabra de Dios penetre en nuestro "hoy" personal y colectivo y nos desafíe a una conversión siempre renovada de nuestro modo de ser.

          Celebramos hoy la memoria de los martires del Japon

 

Armand Veilleux