Lunes, 26 de febrero de 2024 - Lunes de la 2ª semana de Cuaresma
Homilía
Queridos hermanos,
La conversión, tal como se nos presenta en los Evangelios, tiene dos elementos esenciales: primero, la convicción de que somos pecadores, de que hemos sido infieles al amor de Dios y de que necesitamos el perdón y la curación, y segundo, la convicción no menos fuerte de que Dios es misericordioso, de que no desea otra cosa que perdonarnos y de que quiere que volvamos a él. Todo esto lo encontramos en el hermoso texto del profeta Daniel: "A nosotros la vergüenza en el rostro... porque hemos pecado... Al Señor nuestro Dios, misericordia y perdón".
Si Dios es tan bueno con nosotros, es obvio que debemos ser buenos con los demás. Esa es la recomendación que nos hace Jesús en el Evangelio que acabamos de leer: "Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo". Esta compasión, implica no juzgar, no condenar. También requiere una disposición a dar y a darnos. Sobre todo porque nuestra capacidad de recibir es igual a nuestra capacidad de dar. Por eso Jesús dijo: "con la medida que ustedes midan, la usarán con vosotros".
Hay que entender bien esta última frase de Jesús. No debemos entenderla como si Dios fuera un contable y que hubiera programado su ordenador para calcular la medida en que cada uno da a los demás y aplicarnos la misma regla. ¡No! El significado es muy diferente. En realidad, Dios está siempre dispuesto no sólo a darnos la vida en abundancia y todo lo que podamos necesitar, sino también a entregarse a nosotros sin reservas, tal como nos dio a su Hijo. Somos nosotros los que limitamos nuestra capacidad de recibir al limitar nuestra apertura a dar.
Armand Veilleux