10 de abril de 2024 - Miércoles de la 2ª semana de Pascua

Hch 5,17-26; Jn 3,16-21

Homilía

Hay algo que siempre me ha intrigado en el texto de los Hechos que acabamos de leer. ¿Por qué se tomó el ángel la molestia de cerrar las puertas de la cárcel después de dejar salir a los apóstoles? En efecto, al principio del texto, Lucas dice que el ángel del Señor abrió las puertas de la prisión y dejó salir a los apóstoles; pero cuando el guardia del templo llega por la mañana, ¡encuentra las puertas firmemente cerradas! Debe haber un significado simbólico en esta historia de puertas que se abren y luego se cierran.

Algo parecido ocurre en el Evangelio de Juan del domingo pasado. Los discípulos habían cerrado las puertas del lugar donde estaban reunidos. Esto probablemente esté relacionado con la admonición de Jesús: "Cuando quieras orar, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu padre en secreto". Lo que Juan parece decir en este relato es que Jesús manifestó su presencia entre sus discípulos cuando estaban reunidos para orar. Pero, ¿qué hace después? Sopla su Espíritu sobre ellos y les dice: "Recibid el Espíritu Santo. Como mi Padre me ha enviado, así os envío yo a vosotros". En el texto de hoy de los Hechos, el ángel del Señor se aparece a los discípulos cuando están a puerta cerrada. Pero, ¿es el ángel del Señor distinto del Señor mismo? ¿Y qué hace? Les dice: "Salid ahora... y predicad a la gente acerca de esta Vida".

Las puertas de la oración y de la soledad son puertas giratorias. Separan del mundo en el sentido joánico. Paradójicamente, las puertas cerradas son una invitación al Señor para que entre. Pero, al mismo tiempo, Él nos invita a salir de nosotros mismos, hacia nuestros hermanos y hermanas. Pero si salimos en Su nombre, para realizar los servicios a los que estamos llamados, seguimos dentro y, de hecho, la puerta sigue cerrada.

También podríamos recordar el modo original en que el Papa Francisco (entonces Cardenal Bergoglio), en un intercambio entre cardenales durante el cónclave en el que fue elegido, interpretó las palabras del Apocalipsis (3,20) "Estoy a la puerta y llamo". Es Jesús, dijo, que está dentro con nosotros y que llama para que le dejemos salir. Salir a las periferias...

Armand Veilleux