20 de mayo 2024: Memoria de María Madre de la Iglesia.
Génesis 3, 9-15.20 o Hechos 1, 12-14; Juan 19, 25-34
Homilía
Durante el Concilio Vaticano II, a algunos de los Padres conciliares les hubiera gustado proclamar un documento dedicado específicamente a la Virgen María, atribuyéndole sin duda nuevos títulos además de todos los que la Tradición y la piedad popular le han conferido. El Concilio optó en cambio por hablar de María en el capítulo 8 de la Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, situándola en el corazón del Misterio de Cristo y de la Iglesia.
El 21 de noviembre de 1964, cuando Pablo VI pronunció su discurso de aprobación de la Constitución Lumen gentium, proclamó a María "Madre de la Iglesia". El nuevo Catecismo de la Iglesia Universal incorporó este nuevo título para María, que la sitúa en el corazón del misterio de su Hijo; y el Papa Francisco, el 11 de febrero de 2018, 160º aniversario de la primera aparición de María en Lourdes, decidió que la memoria de María Madre de la Iglesia se celebrara cada año el lunes de Pentecostés. Esto es lo que hacemos hoy.
El leccionario de la Iglesia romana asigna lecturas específicas a esta memoria. La lectura evangélica, tomada del Evangelio según San Juan, relata el momento en que Jesús, en la cruz, confía a María a su discípulo Juan con estas palabras: "He ahí a tu madre". La tradición siempre ha entendido que fue toda la Iglesia, en la persona de Juan, a quien Jesús confió a su madre. Por tanto, María estuvo presente al pie de la cruz de Jesús.
Hay dos textos entre los que elegir para la primera lectura. El primero es del Génesis, donde Dios dice al diablo, que ha tomado forma de serpiente, que la mujer (es decir, "LA mujer por excelencia") le aplastará la cabeza. La otra opción es el relato de los Hechos de los Apóstoles, donde encontramos a María, el día de la Ascensión, "en el aposento alto" con los Apóstoles, algunas otras mujeres y los hermanos de Jesús, es decir, miembros de su extensa familia.
Con toda probabilidad, este "aposento alto" fue donde Jesús celebró su última Pascua con sus discípulos.
Este "aposento alto" también puede relacionarse con el relato altamente simbólico del nacimiento de Jesús al principio del Evangelio de Lucas, donde se dice que María acostó a su hijo en un pesebre porque no había sitio en el aposento alto (la palabra griega utilizada por Lucas, que suele traducirse como "posada", significa en realidad "aposento alto". Es una palabra poco común que sólo aparece una vez más en el Evangelio, en el pasaje en el que Jesús envía a sus discípulos a la ciudad para que le digan a alguien que el Maestro está preguntando dónde está el "aposento alto" donde puede celebrar la Pascua con sus discípulos. Lo que Lucas intenta decir, con este lenguaje simbólico, es que María, al depositar a su hijo en un pesebre, nos lo está dando como alimento, hasta que pueda entregarse a nosotros en el "aposento alto" de la Última Cena.
Celebremos, pues, esta Eucaristía agradeciendo a Jesús que nos haya dado a su Madre, y agradeciendo también a María que nos haya dado a su Hijo.
Armand Veilleux