28 de mayo de 2024 - Martes de la 8ª semana par

1 Pedro 1, 10-16; Marcos 10, 28-31

HOMILÍA

          Este Evangelio es una continuación del de ayer. El Evangelio de ayer era el relato del encuentro de Jesús con el joven rico, que quería saber qué podía hacer para heredar la vida eterna, y a quien Jesús había dicho: "Anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme".

          Para comprender todo el significado de este "ven y sígueme", debemos recordar que en este preciso momento del Evangelio de Marcos, Jesús se encuentra cada vez con más incredulidad y oposición por parte de los Judíos y que se dirige a Jerusalén donde será condenado a muerte, como ya ha anunciado en más de una ocasión. Por eso, cuando Jesús, de camino a Jerusalén, le dice a su aspirante a discípulo: "Ven y sígueme", le está invitando a compartir este misterio pascual. Pero esto presupone la renuncia a todos los apegos y deseos. Antes había dicho a los demás discípulos: nada de oro, plata o cobre en vuestros cinturones, ni bolsa para el día, ni muda de túnica, ni sandalias, ni bastón.

          Después de que el joven se marchara y se fuera triste, Jesús explicó a sus discípulos lo difícil que es para los que tienen riquezas entrar en el reino de Dios. Fue entonces cuando Pedro, siempre seguro de sí mismo, le dijo a Jesús: " Lo hemos dejado todo para seguirte". En Marcos, como en Lucas, Pedro no hace ninguna pregunta. No pregunta: "¿Cuál será nuestra parte?", como en Mateo. Simplemente le recuerda a Jesús que lo han dejado todo para seguirle.

          Recordemos que al joven rico le preocupaba qué hacer para tener vida eterna. En su respuesta a Pedro, Jesús distingue entre este mundo y la vida eterna. En primer lugar, dice que los que lo han dejado todo por él y por el Evangelio recibirán dos cosas aquí abajo: primero, cien veces lo que han dejado, pero de otra manera; y también persecución, ya que no son mayores que su Señor, que pronto será víctima de los que lo quieren muerto. Y luego añade que después de todo esto tendrán la vida eterna, es decir, la plenitud de la vida que nunca termina. Para los que viven según la Regla de San Benito, puede ser una buena idea recordar que, en su Prólogo, Benito dice que está escribiendo esta Regla para aquellos que "desean la vida y ver días felices" -- aquí encontramos las dos dimensiones de aquí abajo y del más allá.

          Podríamos preguntarnos por qué la pequeña frase "muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros" fue colocada aquí por el evangelista Marcos. Sin duda para recordarnos que no debemos hacernos ilusiones sobre la importancia de lo que hemos dejado atrás, o creemos haber dejado atrás. Al final, nada se recompensa en función de nuestras obras. Todo es gracia.

Armand Veilleux