31 de mayo de 2024 -- Visitación de María
So 3:14-18; Rom 12:9-16; Lucas 1:39-56
Homilía
En los dos primeros capítulos de su Evangelio, Lucas nos presenta todos los grandes temas de su Evangelio. Demuestra su profundo conocimiento del Antiguo Testamento, extrayendo de él un gran número de imágenes que le sirven para sus relatos altamente simbólicos.
La visita de María a su prima Isabel se describe con toda la imaginería del transporte del Arca de la Alianza descrito en el capítulo 6 del segundo libro de Samuel. María es presentada como la nueva Arca de la Alianza, donde habita el Señor de los Señores; y, al igual que la primera Arca fue llevada a través de los montes de Judá a la casa de Obed-Edom de Gat, donde había sido fuente de bendiciones, así María corre a través de los montes de Judá, llevando al Hijo de Dios en ella y llevando alegría y gracia a la casa de Isabel, su prima. Y al igual que David había danzado ante el Arca en aquella ocasión, Juan el Bautista se agita con alegría en el vientre de su madre Isabel ante María, la nueva Arca.
En el resto del relato, Lucas nos dice que, cuando se cumplió el tiempo, María dio a luz un hijo, el Primogénito -no "su primogénito", como dicen la mayoría de las traducciones, sino "el" Primogénito-, el Primogénito por excelencia, es decir, el Primogénito del Padre eterno, el primogénito de entre los muertos, el primogénito de una multitud de hermanos. Esto es lo que permite a San Pablo, en su Segunda Carta a los Corintios -que tuvimos como segunda lectura-, decir que Cristo resucitó de entre los muertos como "primicia" de todos los que habían dormido, de modo que, así como la muerte vino por un hombre, la resurrección debía venir por un hombre.
El primogénito de muchos hermanos, Cristo es el primero de muchos resucitados. ¿Y quién es la primera persona humana que es recibida en la gloria de esta manera, sino su propia madre, la que lo había llevado a la casa de Isabel para que su propio precursor se regocijara, y, haciendo caso omiso del tiempo y la cronología, había estallado en un admirable canto de alabanza?
Este canto de alabanza que Lucas pone en boca de María resume todos los cantos de alabanza de la Antigua Alianza y todos los que estamos llamados a cantar también, así como todos los cantos de alabanza que serán proclamados por las voces humanas hasta que toda la multitud de los resucitados haya seguido a sus primogénitos en el camino de la resurrección.
Con María, cantemos las alabanzas de Aquel que, lleno de ternura, como un padre o una madre, se inclina sobre su hijo pequeño. Hagámonos pequeños y cantemos las alabanzas de Aquel que honra a los pequeños y humildes y rechaza a los soberbios. Hagámonos pobres, de corazón y de verdad, y cultivemos nuestra sed de Él, y cantemos las alabanzas de Aquel que colma de bienes a los pobres y hambrientos y despide a los ricos con las manos vacías. Y, por muy conscientes que seamos de nuestros pecados, pongamos toda nuestra esperanza en Aquel que prometió abundantes misericordias no sólo a nuestro padre Abraham, sino también a toda su descendencia, de la que somos, por fe.
Armand Veilleux