29 de noviembre de 2024 - Viernes de la 34ª semana par

Ap 20, 1-4.11; Lucas 21:29-33

Homilía

          Desde el comienzo de la semana, hemos leído una sección cada día del largo discurso escatológico de Jesús, según la versión de Lucas, cuya conclusión tenemos hoy.

          Si transpusiéramos este discurso apocalíptico de Jesús al contexto geopolítico actual, al igual que Lucas y los demás evangelistas lo han transpuesto a su propio contexto, tendríamos algo así:

          "Las armas de destrucción masiva se multiplicarán. Los que los poseen en gran número harán la guerra a los que deseen obtenerlos. Naciones enteras serán aterrorizadas para luchar contra el terrorismo. Se crearán crisis económicas de las que los fuertes se recuperarán con bastante rapidez dejando a los débiles en la miseria... en aras de mantener los privilegios. Un tercio de la humanidad padecerá hambre crónica. Los países desarrollados cerrarán sus fronteras a los emigrantes de los países pobres, mientras mantienen a estos países en la pobreza explotando sus recursos humanos y materiales. Nuevas enfermedades invadirán la humanidad y el comercio del miedo permitirá a algunos enriquecerse. No habrá más petróleo, ni agua potable. La gente se matará entre sí para conseguir las últimas reservas”. Y la lista podría seguir.

          Pero la conclusión del discurso sería la misma: "Entonces, precisamente entonces, en el corazón mismo de este caos -este caos que hemos creado y del que sólo podíamos esperar muerte y destrucción-, en el corazón de este caos, levantaos y levantad la cabeza, porque vuestra salvación está cerca. Lo que da sentido a todo este discurso no es un grito de desesperación, sino un grito de esperanza.

          Verán al "Hijo del Hombre" viniendo en la nube con gran poder y gloria. Esta expresión "Hijo del Hombre" tiene varios significados superpuestos y complementarios en el Nuevo Testamento. La expresión se utiliza a veces para designar al Mesías, Dios que se hizo hombre y asumió así toda la humanidad. Pero la expresión se refiere en primer lugar al hombre como tal, en su propia humanidad. Esta fe en la aparición del "Hijo del Hombre en todo su poder y gloria" es la fe en el hombre, en la humanidad misma, tal como fue creada por Dios a su imagen, y tal como fue salvada de su propio pecado por el Hijo de Dios que la redimió por completo asumiéndola.

          Lo que contiene este grito de esperanza es la fe en la humanidad y la esperanza de que, dejándose transformar por el Cristo que la ha invadido, se liberará gradualmente de su pecaminosidad, de su tendencia autodestructiva, y llegará a su plena realización, a su plena transformación. Esto sucederá cuando la semilla divina sembrada en ella haya alcanzado su pleno florecimiento.

          Cuando Jesús dice: "vuestra salvación está cerca", o "el reino de Dios está cerca" no quiere decir "está llegando" o "se acerca". No. Está diciendo que está cerca, como cuando dijo: "El reino de los cielos está entre vosotros" - o "está dentro de vosotros". Esto es lo que celebraremos durante el tiempo de Adviento y durante todo el tiempo de Navidad. - Y esto es, en primer lugar, lo que celebramos hoy en esta Eucaristía.

Armand Veilleux