6 de mayo de 2025 -- Martes de la 3ª semana de Pascua
Hechos 7:51-8:1a; Juan 6:30-35
Homilía
La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles sigue describiendo los comienzos de la Iglesia en Jerusalén. Ayer vimos cómo el diácono Esteban, lleno de la gracia y el poder de Dios, realizaba signos y prodigios, y cómo sus adversarios no eran rivales para la sabiduría divina de la que estaba lleno. Hoy tenemos la descripción de su violenta muerte. Esteban no es sólo el primer mártir de la historia de la Iglesia, sino el modelo por excelencia de constancia y fortaleza en el testimonio supremo hasta la muerte. Entregó su alma a Jesús igual que Jesús había entregado su espíritu al Padre y, en este movimiento supremo de entrega, se le abrieron los ojos e incluso antes de entregar su alma vio la gloria de Dios.