6 de octubre de 2022 -- Jueves de la 27ª semana par
Homilía
En la sección del Evangelio de Lucas que hemos estado leyendo en el leccionario meridiano durante los últimos días, Lucas describe la subida de Jesús a Jerusalén y sitúa acontecimientos que los otros evangelistas han situado en otros momentos de la vida de Jesús. Esta sección también incluye historias que sólo cuenta Lucas. Este fue el caso del Evangelio del Buen Samaritano y del de Marta y María. En el texto que acabamos de leer (que forma un todo con el de ayer), Lucas relata dos enseñanzas de Jesús sobre la oración que también tenemos en Mateo, es decir, el Pater y la exhortación: "pedid y recibiréis... etc.". Y entre estas dos enseñanzas, Lucas sitúa otra enseñanza de Jesús, que es la única que relata: la del amigo inoportuno, que acabamos de leer. Detengámonos un momento en esta pieza.
Este texto es interesante, en primer lugar, porque nos muestra un aspecto de la personalidad de Jesús que no suele aparecer en los Evangelios. Muestra a un Jesús algo juguetón, con buen sentido del humor, burlándose suavemente de sus oyentes. Jesús suele utilizar las parábolas como su método preferido de enseñanza. Una parábola es una historia inventada, al final de la cual cada oyente es llevado a identificarse con uno u otro de los personajes y a aprender una lección. Aquí Jesús no cuenta una parábola. Habla directamente a sus oyentes y les dice. "Imagina que tienes un amigo que viene a molestarte por la noche. Así que Jesús está imaginando una escena que tendría lugar entre amigos, no entre extraños y, desde luego, no entre enemigos. Así que "imagina -dice Jesús- que tienes un amigo que entretiene a otro durante la noche y que, no teniendo nada en casa que ofrecer, viene a despertarte en mitad de la noche para pedirte prestados tres panes. ¿Qué vas a hacer? Probablemente dirás: "No es momento de molestar a la gente. ¡Dejadme en paz! Toda la familia está ya en la cama y dormida. Y entonces, por supuesto, la otra persona seguirá insistiendo, como se hace entre amigos, y finalmente le darás lo que pide, no porque sea un amigo, sino simplemente para librarte de él. Desde aquí, puedes ver a los oyentes de Jesús asintiendo y sonriendo, admitiendo que así sería.
Y Lucas pone a continuación otra enseñanza de Jesús, absolutamente del mismo tipo (que también se encuentra en Mateo). Si el hijo de uno de vosotros os pide un pez, ¿le daréis una serpiente que le picará? Y si os pide un huevo, ¿le daréis un escorpión que le picará? Evidentemente, no.
Y la conclusión de estas dos preguntas de Jesús es directa: "Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro padre que está en el cielo? Aquí el texto de San Lucas es diferente al de Mateo. Según Mateo, Jesús dice: "Tanto más vuestro padre que está en el cielo dará cosas buenas al que se las pida". Según Lucas, dice: "Con mayor razón vuestro padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan.
La finalidad de la oración, pues, no es obtener de Dios la satisfacción de todos nuestros deseos, y menos aún de todos nuestros caprichos. Más bien, es entrar en comunión con Dios, para que podamos tener el mismo Espíritu con Él y así llegar a saber qué debemos hacer y cómo debemos actuar. Como criaturas inteligentes, tenemos la responsabilidad de gestionarnos a nosotros mismos y al entorno en el que vivimos. No debemos pedir a Dios que lo haga por nosotros. Pero debemos pedirle la inteligencia, el espíritu -su espíritu, el Espíritu Santo- que nos permitirá tomar las decisiones correctas a lo largo de nuestra vida.
Entonces pediremos, como decimos en el Padre Nuestro, que venga a esta tierra un reino de justicia y de amor, y nos esforzaremos por poner nuestro granito de arena para que ese reino se haga realidad. Nos preocuparemos por el pan de cada día (pero no por acumular grandes fortunas) y trabajaremos para que esto sea así para todos los seres humanos. Nos esforzaremos por perdonar y evitaremos la tentación del triunfalismo. Observad también que todas las peticiones del Padre Nuestro relativas a nuestras necesidades están formuladas en plural.
El "Padre Nuestro", la oración enseñada por Jesús, se resume así en dos cosas: la petición de que la misión de la Iglesia para la instauración de un reino de comunión y justicia en la tierra sea eficaz, y la petición de que los cristianos seamos cada vez más dignos de ese nombre, trabajando para que nuestro mundo sea cada vez más un mundo de hermanos.
Armand Veilleux