Homilías de Dom Armand Veilleux en español.

9 de octubre de 2022 -- 28º domingo "C

2 Reyes 5-14-17; 2 Timoteo 2:8-13; Lucas 17:11-19

Homilía

          El tema de las lecturas del domingo pasado fue la fe ("Si tuvieras fe, tan grande como un grano de mostaza, le dirías a este árbol 'arráncate y vete a plantar al mar' y te obedecería"). Las lecturas de hoy de la Palabra de Dios nos hablan de una dimensión de la fe o, si lo prefieres, de una consecuencia de la fe: la curación.  Tanto la primera como la tercera lectura nos hablan explícitamente de la curación, y de la curación por la fe.

5 de octubre de 2022 -- Miércoles de la semana 27 "C"

Gal 2:1-2. 7-14; Lucas 11:1-4.

 Homilía

Juan el Bautista, al igual que otros maestros espirituales de su tiempo, incluidos los fariseos y saduceos y los doctores de la Ley, enseñaba a sus discípulos métodos, gestos y fórmulas de oración.  Así que los discípulos de Jesús, muchos de los cuales habían sido discípulos de Juan, le pidieron un día que les enseñara a orar "como Juan enseñó a sus discípulos".  Sin duda les desconcertaba el hecho de que a menudo veían a Jesús retirarse, sobre todo de noche, para orar en secreto, pero que no les enseñaba ningún método ni fórmula.  La respuesta de Jesús, resumida en lo que llamamos el "Padre Nuestro", no es una "fórmula de oración" que les invita a repetir, sino una rica enseñanza sobre lo que es la oración.  (En general, los exegetas aceptan que esta versión del Padrenuestro de Lucas, más corta que la de Mateo, es la más original).

25 de septiembre de 2022 - 26º domingo "C

Am 6:1...7; 1 Tim 6:11-16; Lc 16:19-31

Homilía

          La mayoría de las parábolas de Jesús son enseñanzas sobre Dios, en las que quiere mostrar quién es su Padre, siendo la enseñanza moral algo secundario.  Pero otras parábolas, como la del Evangelio de hoy, son esencialmente enseñanzas morales.  Y la técnica de la parábola consiste en hacer que los oyentes se identifiquen con un personaje y en extraer de esta identificación todas las consecuencias o todas las enseñanzas. Es el caso de la parábola que acabamos de escuchar, la del pobre Lázaro y el hombre rico.  Ni siquiera se menciona a Dios.

5 de octubre de 2022 -- Miércoles de la semana 27 "C"

Gal 2:1-2. 7-14; Lucas 11:1-4.

 Homilía

Juan el Bautista, al igual que otros maestros espirituales de su tiempo, incluidos los fariseos y saduceos y los doctores de la Ley, enseñaba a sus discípulos métodos, gestos y fórmulas de oración.  Así que los discípulos de Jesús, muchos de los cuales habían sido discípulos de Juan, le pidieron un día que les enseñara a orar "como Juan enseñó a sus discípulos".  Sin duda les desconcertaba el hecho de que a menudo veían a Jesús retirarse, sobre todo de noche, para orar en secreto, pero que no les enseñaba ningún método ni fórmula.  La respuesta de Jesús, resumida en lo que llamamos el "Padre Nuestro", no es una "fórmula de oración" que les invita a repetir, sino una rica enseñanza sobre lo que es la oración.  (En general, los exegetas aceptan que esta versión del Padrenuestro de Lucas, más corta que la de Mateo, es la más original).

18 de septiembre de 2022 - 25º domingo "C

Am 8:4-7; 1 Tim 2:1-8; Lc 16:1-13

Homilía

           En sus capítulos 14 a 16, San Lucas relata lo que podría llamarse "charla de sobremesa" de Jesús. Aunque este género literario es exclusivo de Lucas entre los evangelistas, se utilizaba a menudo en su época. Jesús es invitado a una comida y, al igual que los demás comensales, cuando le llega el turno, ofrece reflexiones y enseñanzas. El Evangelio que tuvimos hace unas semanas sobre dónde sentarse cuando se invita a un banquete iba muy en esta línea. Muchas de las enseñanzas relatadas en esta sección del Evangelio de Lucas, incluida la que hoy nos ocupa, sólo se encuentran en Lucas.

           Este texto no es una parábola en el sentido habitual de la palabra. La técnica de la parábola solía consistir en conseguir que los oyentes se identificaran con uno de los personajes y en extraer de esta identificación una lección que de otro modo no habrían aceptado. Además, la mayoría de las parábolas de Jesús son una enseñanza sobre su Padre, lo que no ocurre aquí. El hombre rico del principio de la historia no puede identificarse con Dios Padre, que sólo está ahí para presentar al administrador deshonesto al que pide cuentas.

           Es muy legítimo pensar que Jesús, en este relato, está aludiendo a un acontecimiento que acababa de ocurrir y que todo el mundo conocía. Lo utiliza como punto de partida para la enseñanza sobre la actitud ante el dinero, que se resume poderosamente en la última frase: "No se puede servir a Dios y al dinero al mismo tiempo". Y no es casualidad que Lucas, que es un excelente escritor y siempre elige cuidadosamente sus palabras, utilice aquí la palabra "servir".

           Esta historia es muy diferente, por ejemplo, de la parábola del amo que confía talentos a sus siervos cuando se va de viaje y les pide que den cuenta de su gestión a su regreso. El maestro en cuestión, en esta parábola, personificaba al propio Cristo. Aquí, la enseñanza de Jesús contrasta dos mundos con escalas de valor completamente diferentes.

           El primer mundo es el de los que se han hecho esclavos de la riqueza y se entregan a todo tipo de artimañas más o menos hábiles. Para todos los que están en este mundo, sólo cuenta la ganancia. En primer lugar, hay un "hombre rico" (y sería impensable que, en la mente de Lucas, para quien la enseñanza de Jesús sobre la pobreza es tan importante, este "hombre rico" pudiera representar a Dios Padre). Este hombre rico no tiene sirvientes; tiene un "administrador" de sus bienes y, cuando le dicen que ese administrador no los gestiona bien, le pide cuentas y lo despide sin más, como se hace en el mundo de los negocios. Este directivo es astuto y sabe cómo asegurar su futuro con sus últimos acuerdos, un poco como los presidentes de empresas que reciben millones de euros o dólares como indemnización cuando son despedidos por mala administración o fraude.

Se puede apreciar la astucia de este "truco", al igual que el maestro de este gestor deshonesto. Pero, por supuesto, Jesús no invita a hacer lo mismo. De hecho, nos invita a hacer justo lo contrario, lamentando que los hijos de "este mundo" de las tinieblas sean más listos en su propio mundo que los hijos de la luz en el suyo. El dinero que podamos tener -y que siempre es un dinero "engañoso" que puede engañarnos sobre nuestra propia importancia- debe utilizarse no para comprar amigos, como podría entenderse superficialmente este texto -lo que sería sólo una forma de corrupción un poco más noble-, sino para hacer amigos en las mansiones eternas. Es decir, vivir de tal manera que nuestro corazón esté ya en las moradas eternas, de modo que los que viven allí sean ya nuestros amigos y nos acojan allí cuando crucemos al otro lado.

La cuestión fundamental no es si tenemos poco dinero, mucho dinero o ninguno, sino "dónde está nuestro corazón" y "quién es nuestro amo". Podemos ser esclavos de las cosas materiales aunque tengamos muy poco. Por otra parte, si somos verdaderamente "siervos" de Dios y de su Hijo Jesucristo, nos convertiremos, siguiendo su ejemplo, en siervos de todos nuestros hermanos y hermanas, tanto si nuestros bienes son pequeños como grandes. No se puede "servir" a Dios y al dinero al mismo tiempo.

Además, la traducción francesa de esta última frase no transmite toda la fuerza del texto de Lucas, que personifica al dinero dándole un nombre propio: "Mammón". No podéis -dice Jesús- servir a la vez a Dios y a Mammón.

Debemos elegir de quién queremos ser "siervos" y, por tanto, a quién queremos tener como "amo".

Armand VEILLEUX

2 de octubre de 2022 - 27º domingo C

Ha 1:2... 2:4; 2 Tim 1:6...14; Lc 17:5-10

H o m i l i a

          El profeta Habacuc vivió en una época de prueba, cuando el pueblo judío estaba expuesto a la invasión y a la destrucción.  En su oración a Dios hace suyo el grito del pueblo: "¿Por qué? - ¿Por qué toda esta violencia y destrucción?  Pero su visión termina con un grito de esperanza: "El justo, por su fe, vivirá".  Esa fue nuestra primera lectura.

17 de septiembre de 2022 - Sábado de la 24ª semana ordinaria (par)

1 Cor 15:35-37.42-49; Lucas 8:4-15

Homilía

           La agricultura o la jardinería pueden ser una buena escuela de paciencia, confianza y entrega.  Una vez labrada la tierra, plantadas y regadas las semillas, sólo queda esperar pacientemente.  Al principio no hay forma de saber con seguridad si la semilla crecerá o no.  Después, es imposible saber hasta qué punto crecerá.  Se puede actuar de diversas maneras sobre las condiciones que favorecen el crecimiento, pero no se puede intervenir en el proceso de crecimiento en sí.  Teniendo todo esto en cuenta, volvamos ahora a la lectura del Evangelio de hoy.