El 5 de febrero de 2023 - el 5º domingo "A
Is 58,7-10 -- 1 Cor 2,1-5 -- Mt 5,1.13-16
Homilía
Pablo fue una de las mentes más brillantes de su tiempo. Había sido formado por los mejores maestros de Israel. Había aprendido todo lo que se podía enseñar tanto de la sabiduría de Israel como de la de los Griegos. Cuando llegó a Atenas para predicar la Buena Nueva, pensó que la mejor manera de ganarse la aceptación era ponerse en contacto con la gente del Ágora a su propio nivel, utilizando su conocimiento de sus filósofos y poetas. ¡Esto no funcionó en absoluto! Esto fue una lección para Pablo, y cambió su método. Cuando llegó a Corinto, una ciudad mucho más popular, con una vida moral muy decadente y pocos intelectuales, vino como un pobre hombre, llevando la cruz de Cristo en su carne. Y funcionó. Unos años más tarde les escribió el texto que hemos escuchado hace unos momentos: Hermanos, cuando vine a vosotros, no vine a anunciar el misterio de Dios con el prestigio del lenguaje o de la sabiduría humana. Entre vosotros no quise conocer otra cosa que a Jesucristo, este Mesías crucificado. Y fue en debilidad, temeroso y tembloroso, como acudí a vosotros. Mi lenguaje, mi proclamación del Evangelio, no tenía nada que ver con el lenguaje de una sabiduría que quiere convencer, sino que eran el Espíritu y su poder los que se manifestaban...