El evangelista Lucas relata tres apariciones de Jesús el día de Pascua: 1) a las mujeres, que fueron las primeras en tener el valor de acercarse al sepulcro por la mañana temprano; 2) a los dos discípulos que habían decidido volver a su pueblo y a su trabajo; 3) a los Doce que seguían paralizados por el miedo en el lugar donde se habían encerrado. Es la segunda de estas apariciones la que tenemos en nuestro texto de hoy.
María Magdalena, la que había ungido los pies de Jesús y los había besado con ternura, aquella de la que Jesús dijo que dondequiera que se proclamara el Evangelio se contaría lo que había hecho en su memoria, esta misma María fue la primera en acudir al sepulcro en la mañana del tercer día. Hemos visto en el pasaje del Evangelio leído en la misa del día de Pascua cómo encontró la tumba vacía y corrió a informar a Simón Pedro y a Juan. Fue, pues, la primera de los discípulos de Jesús en anunciar la Resurrección.
Estamos en medio de una celebración que tiene lugar en medio de la noche - una verdadera "vigilia", por tanto - durante el paso de la oscuridad a la luz. Este paso es una expresión simbólica del largo paso desde la oscuridad y el caos original del comienzo del Génesis hasta la luz de Cristo resucitado en la mañana de Pascua.
El relato de la Pasión según San Juan, que acabamos de escuchar, tiene una característica diferente a la de los otros tres Evangelios. En este relato, Juan nos presenta una imagen de Jesús coherente con la que ha ido desarrollando a lo largo de su Evangelio. Es la imagen de un Jesús que es la revelación del Padre y que es también, en su persona, la plena manifestación del amor.
María Magdalena, la que ungió los pies de Jesús y los besó con ternura, aquella de la que Jesús dijo que dondequiera que se proclamara el Evangelio, se contaría lo que había hecho en memoria de ella - esta misma María es la primera en llegar al sepulcro en la mañana del tercer día. ¿Y qué encuentra? Una tumba vacía. Corre a informar a Simón Pedro y a Juan. Vienen corriendo. Ellos también buscan al Señor. ¿Y qué encuentran? Ellos también encuentran una tumba vacía.
El libro del Antiguo Testamento llamado Deuteronomio termina con el relato de la muerte de Moisés, justo antes de que el pueblo de Israel entre en la tierra prometida, donde el propio Moisés no entrará. Antes de su muerte, Moisés recita un largo himno de acción de gracias y pronuncia una larga bendición sobre las doce tribus de Israel. Antes escribe todo el texto de la Ley que será depositado en el Arca de la Alianza del Señor, que acompañará al pueblo a la tierra prometida. Y el relato en el Deuteronomio dice que Moisés escribió estos artículos de la Ley "hasta el final".