4 de julio de 2023 - Martes de la 13ª semana ordinaria
Homilía
Los discípulos -al menos algunos de ellos- eran marineros de profesión. Su error, en el Evangelio de hoy, fue que no quisieron asumir su responsabilidad, que era controlar su barca en la tempestad. No tenían control sobre las fuerzas de la naturaleza, pero sí sobre su barca. Jesús durmió, después de un agotador día de predicación, porque tenía confianza en sus discípulos, que eran pescadores experimentados que habían pasado por muchas tormentas en el caprichoso lago de Galilea. Les dejó hacer su trabajo. Al fin y al cabo, él era carpintero, no marinero. Los discípulos sabían mejor que él lo que había que hacer en tales circunstancias. Jesús sabía también que, mientras ellos cuidaban de su barca, otro cuidaba de los vientos y del mar. Ese otro era su Padre. Y en su nombre, tras ser despertado por los discípulos, gritó a los vientos y al mar que se calmaran.