Homilías de Dom Armand Veilleux en español.

31 de marzo de 2024 -- Misa del día de Pascua

Hechos 10:34...43, Col 3:1-4; Juan 20:1-9

Homilía

          María Magdalena, la que ungió los pies de Jesús y los besó con ternura, aquella de la que Jesús dijo que dondequiera que se proclamara el Evangelio, se contaría lo que había hecho en memoria de ella - esta misma María es la primera en llegar al sepulcro en la mañana del tercer día. ¿Y qué encuentra? Una tumba vacía. Corre a informar a Simón Pedro y a Juan. Vienen corriendo. Ellos también buscan al Señor. ¿Y qué encuentran? Ellos también encuentran una tumba vacía.

Homilía para la Vigilia Pascual 2024

El amor de Dios en el corazón de la historia

          La larga serie de lecturas que acabamos de escuchar nos ha ofrecido una rápida panorámica de toda la historia de la salvación. En el origen y en el corazón de esta historia, así como en su conclusión, está el amor gratuito de Dios. Por amor creó el universo; por amor acompañó al hombre a lo largo de su historia. Por amor se encarnó, murió y resucitó.

27 mars de 2024 - Miércoles Santo

Isaías 50:4-9a; Mt 26:14-25          

Homilía

        Ayer tuvimos como primera lectura el segundo de los cuatro cantos del Siervo que se encuentran en el Libro de la Consolación de Israel del profeta Isaías. Hoy tenemos el tercero de estos cantos, que ya hemos leído en la misa del Domingo de Ramos. La Iglesia siempre ha visto en este Siervo una prefiguración del Mesías sufriente.

Breve homilía para el Viernes Santo

          El relato de la Pasión según San Juan, que acabamos de escuchar, tiene una característica diferente a la de los otros tres Evangelios. En este relato, Juan nos presenta una imagen de Jesús coherente con la que ha ido desarrollando a lo largo de su Evangelio. Es la imagen de un Jesús que es la revelación del Padre y que es también, en su persona, la plena manifestación del amor.

          Toda su vida hizo la voluntad del Padre. Paradójicamente, su muerte en la cruz es una victoria. Su última palabra es el punto final no sólo de su Pasión, sino de toda su vida: "Todo está cumplido", dice. La voluntad del Padre de conferir la salvación a la humanidad se cumple plenamente en Él.

          Las últimas palabras del relato ya evocan la resurrección. El cuerpo de Jesús es depositado en una nueva tumba. Y sabemos que al tercer día, los que busquen ese cuerpo encontrarán una tumba vacía.

          La celebración de hoy pertenece a la celebración del Misterio Pascual. Ni siquiera el Viernes Santo celebramos a un Cristo muerto. En el culto cristiano nunca celebramos a un Cristo muerto. Siempre celebramos a un Cristo resucitado. Hoy recordamos su paso por la muerte, pero somos conscientes de que sólo fue un paso. Está vivo, pasó por la muerte, pero resucitó y sigue vivo. Es este Cristo vivo en nuestro mundo, en nuestra Iglesia, en cada uno de nosotros lo que celebramos.

          El recuerdo de su pasión nos permite comprender algo de la inmensidad de su amor por nosotros, ya que sufrió tanto para darnos la vida eterna.

          Esta pasión de amor la vivió para todos los suyos, como se nos recordó en el texto del Evangelio de ayer, también del Evangelio de Juan. Todos los suyos son tanto los que le recibieron como los que no, todos sus hermanos en la humanidad.

Armand Veilleux

26 de marzo de 2024 - Martes Santo

Isaías 49:1-6; Juan 13:21...38         

Homilía

En estos últimos días de Cuaresma antes del Triduo Pascual, las lecturas de la Misa nos introducen definitivamente en los aspectos del Misterio Pascual que celebraremos en los próximos días.

28 de marzo de 2024 - Jueves Santo

Ex 12:1...14; 1 Cor 11:23-26; Jn 13:1-15

H o m e l i a

          El libro del Antiguo Testamento llamado Deuteronomio termina con el relato de la muerte de Moisés, justo antes de que el pueblo de Israel entre en la tierra prometida, donde el propio Moisés no entrará. Antes de su muerte, Moisés recita un largo himno de acción de gracias y pronuncia una larga bendición sobre las doce tribus de Israel. Antes escribe todo el texto de la Ley que será depositado en el Arca de la Alianza del Señor, que acompañará al pueblo a la tierra prometida. Y el relato en el Deuteronomio dice que Moisés escribió estos artículos de la Ley "hasta el final".

          Puesto que el relato de la última cena de Jesús con sus discípulos se inspira evidentemente en varios aspectos en este relato de los últimos momentos de Moisés, podemos ciertamente establecer un paralelismo entre este texto, que dice que Moisés escribió los artículos de la Ley "hasta el final", y la primera frase del texto de San Juan que acabamos de escuchar: "sabiendo que le había llegado la hora de pasar de este mundo a su Padre, Jesús, habiendo amado a los suyos... los amó hasta el final". "Este amor, pues, será la nueva Escritura, la nueva Ley, que Jesús sustituirá a la antigua.

          Sabemos que a San Juan, que es un gran místico, le gusta destacar los aspectos aparentemente opuestos pero complementarios de las mismas realidades. Para él, el mundo es tanto el mundo que Dios ama y al que ha enviado a su Hijo como el mundo que ha rechazado a su Hijo. Les dice a sus discípulos que deben estar en el mundo y al servicio del mundo, pero no del mundo. El Evangelio de Juan comienza con la afirmación de que el Verbo se hizo carne, que vino a los suyos y que los suyos no lo recibieron. El mismo Evangelio termina con la afirmación de que Jesús, cuando pasó de este mundo a su Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Los suyos a los que ama hasta el final son precisamente los que no le han recibido, así como los que le han recibido. Esto se simboliza en el hecho de que, entre los privilegiados discípulos con los que celebra esta cena de despedida, no sólo están los once que le son -o al menos quisieran ser- fieles, sino también el que le traicionará. Jesús lava los pies de todos ellos y los acoge a todos en su mesa.

          Aquí tenemos la revelación de lo más profundamente nuevo, el aspecto más inquietante del amor cristiano. Es un amor que se extiende -que debe extenderse- incluso a los enemigos; de lo contrario, no es cristiano ni verdadero.

          En nuestras celebraciones litúrgicas, como en nuestras vidas, solemos dar gran importancia a los gestos simbólicos, a veces incluso tratando de descubrir o inventar nuevos símbolos cuando los tradicionales ya no hablan. Pero Jesús en el Evangelio nunca hace gestos simbólicos. Más bien, realiza constantemente gestos reales y concretos con una inmensa fuerza simbólica. La muerte de Jesús no fue un sacrificio ritual; simplemente fue asesinado. La Última Cena no fue un gesto ritual. Fue una verdadera comida de despedida. El lavado de los pies no era un símbolo para Jesús. Lavarse los pies o hacérselos lavar a un criado antes de acercarse a la mesa del banquete era, en la Palestina de la época de Jesús, un gesto concreto necesario cuando se acababa de caminar por el polvo o el barro.

          Para Jesús, no hay clases, ni categorías, en la comunidad de sus discípulos. Simplemente hay una gran variedad de servicios. Además, no se dice en qué orden Jesús lava los pies a sus discípulos. No parece que Pedro sea el primero al que se las lava, ya que el texto dice: "Cuando llega a Pedro... "Cuando él, Jesús, que está cumpliendo el servicio de Maestro, se quita el manto, se ciñe con un delantal y se inclina ante los pies de sus discípulos para lavarlos; y cuando les dice: "Vosotros también, haced lo mismo", les está enseñando que quien está cumpliendo un servicio a sus hermanos, debe estar dispuesto a meter las manos y hasta la nariz en el polvo y el barro de la vida cotidiana en la que todos andamos. La superioridad no está en el título o la función, sino en la calidad del servicio. En este Evangelio, Jesús nos llama a ponernos al servicio de todos nuestros hermanos, es decir, de todos los seres humanos.

Armand Veilleux

25 de marzo de 2024 -- Lunes de Semana Santa

Isaías 42:1-7; Juan 12:1-11

Homilía

          Este relato del Evangelio de San Juan es muy similar a otro que Mateo y Marcos sitúan inmediatamente antes de la Pasión. El Evangelio de Juan fue ciertamente escrito mucho después de los Sinópticos, pero debe ser un registro preciso de un evento que fue contado en las Iglesias bajo la influencia de Juan. Los amigos íntimos de Jesús, especialmente Marta, María y Lázaro, son tan importantes en el Evangelio de Juan que no pudo haber inventado esta historia o incluso arreglarla para poner a Marta, María y Lázaro en el centro de la narración.