El proceso continuo de nuestra transformación en la imagen de Cristo es también un proceso de conversión continua.
Esta conversion tiene su raíz en el bautismo por el cual hemos sido introducidos en la más radical de todas las conversiones que un ser humano ha podido vivir, es decir la muerte y la resurrección de Cristo.No hay una conversión que tenga sentido sin una relación con ese misterio pascual.